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PRECIPITACIÓN ACUMULADA DEL 7 AL 13 DE FEBRERO DEL 2018
Entre el viernes y el domingo pasados, un lento avance frontal mantuvo inestable el tiempo en gran parte de la franja central de la región pampeana. Esto se tradujo en lluvias dispersas y mayoritariamente de montos que no colmaron las expectativas, salvo en sectores puntuales. Los registros que se mapean, vuelven a mostrar áreas del sudeste como beneficiarias de un comportamiento algo más homogéneo y generoso. Aparecen otras zonas reducidas y dispersas, que no respetan ningún patrón de distribución.
La aleatoriedad y la modestia de las precipitaciones han sido una característica común en lo que va del año. Si bien se han dado periodos con importante inestabilidad, se mantiene el marco dinámico que impone fuertes restricciones a los desarrollos nubosos y en consecuencia a la oferta de agua.
Normalmente el mes de febrero es un mes que aporta soluciones al trajín más ajustado y exigente que suele tener el mes de enero. En este caso estamos transitando una campaña donde las soluciones pluviales se han ausentado y solo se ofrecen mejoras menores y que se dispersan en la geografía entrerriana, sin llegar a cambiar el patrón de escasez que se ha venido imponiendo.
Si hacemos un análisis un poco más largo, la condición actual se remonta al mes de octubre. El punto es que por entonces las reservas permitían mitigar el retroceso pluvial. El mes de diciembre encendió las primeras luces de alerta, pero el mismo presentó una semana favorable antes de las primeras olas de calor que sobrevendrían en la transición estacional. Desde entonces, no ha habido chances serias de recuperación o esta recuperación no ha tenido la suficiente escala. Podemos mencionar zonas del sudeste provincial como excepción del comportamiento deficitario, pero está claro que la provincia viene sufriendo un importante impacto de la sequía.
ESTADO DE LAS RESERVAS AL14 DE FEBRERO DEL 2018
Las lluvias de la semana pasada que acabamos de describir, como vemos han tenido un impacto casi nulo en el balance hídrico. En efecto, equilibrar la ecuación del balance hídrico tiene una demanda de precipitaciones que no se acomoda con unos pocos milímetros. Para dimensionar la situación, debería concretarse un evento generalizado del orden de los cien milímetros, algo que por lo pronto la atmósfera no parece dispuesta a entregar.
Vemos que las zonas donde se han observado precipitaciones algo más generosas, principalmente hacia el sudeste, las reservas no son muy holgadas que digamos. Esto termina de completar el escenario actual y permite entender las dificultades que enfrenta el cierre de campaña.
Las expectativas sobre las que se puede trabajar en el corto y mediano plazo, se restringen a mejoras parciales. No parecen perfilarse sistemas precipitantes que auguren un cambio drástico y perentorio. Entre el domingo y el martes, la situación vuelve a ser favorables para que la inestabilidad se instale en la franja central y provoque precipitaciones. Nuevamente las perspectivas para este nuevo evento pluvial no son las más generosas. A favor podemos contar que esta perturbación tendrá un recorrido lento y en ese sentido es más probable que aparezcan corredores más extensos con lluvias de mejor volumen.
Igualmente la campaña sigue marcada por una demanda que es difícil de satisfacer en el corto plazo. De algún modo, la mirada ya se va posando en el mes de marzo y la posibilidad que tendrá el tercer mes del año de cumplir con su rol de máximo pluvial.
La volatilidad en la oferta de agua ha hecho de esta campaña gruesa un periodo con un manejo muy dificultoso y pone mucha incerteza sobre el resultado final.
VERANO SECO Y CALUROSO
En la provincia de Entre Ríos, la campaña de granos gruesos 2017/18 está bajo un escenario climático muy adverso, donde se destacan dos factores claves: escasas precipitaciones y altas temperaturas.
Entre los meses de diciembre y enero la precipitación promedio acumulada para Entre Ríos se sitúa alrededor de 240 mm, pero entre diciembre del 2017 y enero del 2018 el valor acumulado promedio se situó en 125 mm. Por lo tanto, en términos globales, los cultivos estivales recibieron tan solo el 52 % del monto normal o histórico.
Por otra parte, es importante mencionar la muy heterogénea distribución de la precipitación (Figura 1). Existen amplios sectores donde la lluvia acumulada entre diciembre y enero osciló entre 50 a 100 mm, lo cual representó apenas entre el 20 al 40 % del valor normal. Este rango de precipitación se registró en parte de los departamentos Diamante, Paraná, Nogoyá, Tala, Uruguay, Villaguay, San Salvador, Colón, La Paz, Concordia, Federación, Federal y la totalidad de Feliciano.
Solamente en sitios muy puntuales de los departamentos Victoria, Gualeguay y Gualeguaychú la precipitación acumulada igualó o superó levemente al valor histórico.
La diferencia entre la precipitación normal esperada y la registrada entre el 1/Dic/17 al 31/Ene/18 se detalla en la Figura 2. Claramente se detectan amplias zonas donde el faltante de precipitación osciló entre 150 a 200 mm, por ejemplo en el extremo norte del territorio.
El comportamiento de las temperaturas máximas es el otro factor que caracteriza al presente verano.
La temperatura máxima promedio para Entre Ríos entre los meses de diciembre y enero se ubica en 31 oC (datos obtenidos del Servicio Meteorológico Nacional).
En base a la red de centrales meteorológicas automáticas perteneciente a la Bolsa de Cereales de Entre Ríos se determinó que el valor promedio de las máximas entre el 1/Dic/17 al 31/Ene/18 fue de 33,1 oC. Lo cual no es un dato menor, ya que representó un aumento de 2,1 oC.
Para reflejar mejor esta anomalía térmica se graficó el comportamiento de la temperatura máxima entre diciembre y enero para las campañas 2016/17 y 2017/18 (cabe recordar que el promedio de temperatura máxima de la campaña 2016/17 fue de 31,8 oC).
La gran diferencia entre las campañas 2016/17 y 2017/18 surge de contabilizar la cantidad de días donde la temperatura máxima superó el umbral de los 35 oC (valor que se asocia a estrés térmico para los cultivos). En el ciclo 2016/17 hubo un total de ocho días con máximas superiores a 35 ºC, mientras que para el ciclo 2017/18 este valor ascendió a 21. En consecuencia, se puede afirmar que uno de cada tres días entre diciembre y enero se caracterizó por la ocurrencia de estrés térmico.
Las escasas precipitaciones asociado a altas temperaturas impactaron en las reservas hídricas.
El 90 % del área agríola de Entre Ríos entre los meses de diciembre y enero tuvo una situación de sequía a reservas escasas, el 9 % promedió reservas de regulares a adecuadas y solamente en un pequeño lapso durante la segunda quincena de diciembre el 1 % presentó reservas óptimas.
La Figura 4 describe la situación promedio de las reservas hídricas en la provincia de Entre Ríos entre el 1/Dic/17 al 31/Ene/18.
El 74 % de la superficie donde se desarrolla la agricultura en Entre Ríos tuvo un escenario de reservas hídricas que se mantuvieron entre una situación de sequía a reservas escasas. Este escenario abarcó casi la totalidad del territorio a excepción del extremo Sureste donde promediaron las reservas de escasas a regulares con áreas puntuales donde se ubicaron de regulares a adecuadas.
En la Tabla 1 se detalla la superficie y proporción del promedio de las reservas hídricas en estos dos meses.
CONDICIÓN SOJA DE PRIMERA
La soja de primera se encuentra dentro de su período crítico, el cual se extiende desde R3 (inicio de formación de vainas) a R5 (inicio de llenado de granos) y dentro un escenario climático muy preocupante.
En base a consultas efectuadas a la red de colaboradores se determinó la condición general del cultivo:
– 24 % Buena (Perspectivas de rendimiento normal)
– 64 % Regular (Perspectivas de rendimiento por debajo de lo normal)
– 12 % Malo (Perspectivas de rendimiento muy por debajo de lo normal)
No se reportan lotes con perspectivas de rendimiento por encima de lo normal (condición muy buena).
La peor condición se presenta en el sector Este donde el 29 % del área cuenta con una condición calificada como mala.
Los colaboradores informan que se detecta el aborto de flores y vainas, el secado de las hojas basales hasta la muerte de plantas por zonas e incluso llegando a abarcar la totalidad del lote.
Por otra parte, se han aplicado insecticidas para el control de orugas, chinches, trips y arañuelas. Aunque en algunos sitios, los productores han tomado la decisión de no efectuar el control correspondiente (a pesar de que la población de insectos plaga ha superado el umbral) debido a la baja expectativa de rendimiento.
Muerte de plantas de soja de primera como consecuencia de la sequía en el departamento Uruguay.
CONDICION SOJA DE SEGUNDA
El estado fenológico de la soja de segunda abarca desde estados vegetativos hasta R3 (inicio de formación de vainas), al igual que la soja de primera la situación es grave.
En base a consultas efectuadas a la red de colaboradores se determinó la condición general del cultivo:
– 21 % Buena (Perspectivas de rendimiento normal)
– 69 % Regular (Perspectivas de rendimiento por debajo de lo normal)
– 10 % Malo (Perspectivas de rendimiento muy por debajo de lo normal)
No se reportan lotes con perspectivas de rendimiento por encima de lo normal (condición muy buena).
La peor condición se presenta en el sector Oeste donde el 16 % del área cuenta con una condición calificada como mala.