Así lo indica la Bolsa de Cereales de Entre Ríos al analizar la proporción de hectáreas destinadas a sorgo y maíz en relación a soja en un período de 10 años. 

Las últimas campañas en Entre Ríos nos dejan datos interesantes al observar que proporción de hectáreas se dedican a soja, maíz y sorgo. En el último ciclo 2020/21, creció la superficie sembrada de sorgo en un 106% (139.000 ha) y de maíz en un 4% (424.000 ha), mientras que cayó el área de soja en un 7% (1.068.700 ha).

Según los datos estadísticos del Sistema de Información de Bolsa de Cereales de Entre Ríos (SIBER), la soja en la campaña 2014/2015 tuvo su pico máximo en la provincia, ya que se sembraron 1.376.000 hectáreas. En ese ciclo se produjo un quiebre, donde gradualmente disminuyó el área implantada con la oleaginosa hasta llegar a la última campaña (2020/2021), la cual se convierte en el menor valor registrado de los últimos 10 años. Sin dudas, estos valores evidencian que la rotación ha mejorado con el aumento de gramineas y el sorgo se convirtió en el verdadero protagonista de este cambio.

En la presente campaña, por cada hectárea de sorgo y maíz se sembraron casi dos hectáreas (1,9) de soja en suelos entrerrianos. Mientras que, hace 10 años atrás, la relación asciende a más de 4 hectáreas (4,4). En la siguiente tabla, se puede observar el comportamiento de este índice en los últimos diez años:

 

 

Año

Soja

Maiz + Sorgo

Relación/Ha

2020/21

1.068.700

563.700

1,9

2019/20

1.153.500

474.200

2,4

2018/19

1.100.000

439.700

2,5

2017/18

1.209.400

400.400

3,0

2016/17

1.198.400

423.000

2,8

2015/16

1.345.400

281.700

4,8

2014/15

1.376.000

342.100

4,0

2013/14

1.363.200

384.100

3,5

2012/13

1.329.900

366.100

3,6

2011/12

1.254.670

406.567

3,0

2010/11

1.321.350

301.751

4,4

 Fuente: SIBER


En este sentido, los profesionales del SIBER destacan el cambio sustancial de los últimos años en la agricultura entrerriana, ya que el productor modificó su estrategia de siembra al incorporar mayor porcentaje de gramineas en la rotación. Esto genera un aporte beneficio al sistema suelo, porque la incorporación de gramíneas en la rotación mejora el balance de carbono-nitrogeno tanto por la calidad de sus rastrojos como por su cantidad y por permitir una mayor cobertura del suelo. Ésta práctica conjuntamente con la sistematización de los suelos y la fertilización adecuada, contribuyen a lograr la SUSTENTABILIDAD DEL SISTEMA.

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