En el año 2021 cumpliremos 50 años del  último proyecto agrícola-ganadero y de otras producciones que tuvimos a nivel nacional.

Se trata del  implementado a través del BID – BANCO  NACIÓN – INTA  que contemplaba  varias alternativas de producción a 5 o 7 años de duración (con monitoreo anual) para cada zona agro ecológica de nuestras provincias.

Desde entonces hasta hoy (salvo raras excepciones) vinimos discutiendo estas actividades por pedacitos, para regocijo de cierta dirigencia política, que nunca tomó  en serio al campo como generador de empleo y multiplicador de riqueza.

Hasta la década del ochenta esta actividad y sus actores eran ejemplo de arraigo a la tierra, transmisión de valores éticos y morales,apego a la familia, continuidad del trabajo con sus hijos, etc. Lo que se definía como el perfil de la ruralidad (conjunto de fenómenos sociales que se desarrollan en un entorno  rural y que permiten construir identidad).

En esa época, en Entre Ríos se hizo un trabajo muy importante impulsado por el INTA (con un departamento de edafología muy bueno) sobre conservación de suelos, curvas de nivel, erosión, etc., con beneficios impositivos para quienes cumplieran determinados objetivos.

Después apareció la labranza cero, tecnología altamente innovadora que nuestros productores adoptaron inmediatamente.

Lo mismo ocurrió a nivel país, convirtiéndose  de esta manera, en los mas eficientes del mundo desarrollado.

Ahora bien. Hoy perseguimos objetivos de 130 -150 millones de toneladas. Pero perdimos de vista el PROYECTO y la RURALIDAD.

Tenemos menos productores, mas concentración y escaso (casi nulo)agregado de valor en el campo.

En Entre Rios  la secuencia climatológica aproximada para 5 años de agricultura  es: uno muy bueno, uno muy malo, dos regulares y uno bueno.

Se hace agricultura con buena tecnología y mucha inversión por hectárea sembrada. Pero aun no contamos con seguros de todo riesgo a valores razonables, que permitan cubrir lo gastado.

A esto debemos  sumarle una acumulación de deudas por malas cosechas, la ausencia durante varias campañas de líneas de créditos para capital de evolución (aun con respaldo hipotecario) y como resultado la desaparición de algunos eslabones de la cadena.

En nuestro  país, y sobre todo en nuestra provincia, se trabaja con una inmensa carga de impuestos, sin rentabilidad en la mayoría de las campañas y con una estructura del estado INSOSTENIBLE que se critica desde afuera, pero que no se achica cuando se es parte de ella.

Para colmo escuchamos con frecuencia hablar del “campo”como si hacer agricultura en Pergamino fuera igual que en Federal. Lo malo de esto es que quienes lo dicen, son los mismos que después toman decisiones que nos afectan a todos.

Con ironía, somos un buen ejemplo de la rana dentro de una olla con agua. A medida que aumenta la temperatura nosotros bajamos nuestros objetivos. Y no nos culpo por eso. Nos acorralan tanto que terminamos peleando solo por las retenciones.

Así estamos hoy. Pero no es tarde. Juntemos fuerzas, aunemos objetivos. Debemos pensar a 10 años para negociar los pasos intermedios sin renunciar nunca adonde queremos llegar.

Tendríamos que estar discutiendo como construir un proyecto nacional que permita una agricultura sustentable, inclusiva, con trazabilidad. Transformándola y agregándole valor lo mas cerca posible de los lugares de producción. Generando puestos de trabajo. Exportando a las góndolas con ultima tecnología. Creciendo desde el campo, dándoles a nuestros jóvenes la posibilidad de vivir en  sus lugares de trabajo, fortaleciendo nuestras aldeas o fundando nuevas con educación, salud, seguridad, comunicación y arraigo en nuestra geografía. 

Esto es mucho pedir. NO.

Nunca dejemos de luchar por una sociedad inclusiva, que de igualdad de oportunidades y premie al trabajo como un valor social. O resignaremos a nuestros jóvenes a vivir con ideas del siglo 19 haciéndolo en el 21.  

La edad de quienes toman decisiones en este ámbito ha bajado muchísimo. Son  jóvenes informados, inquietos, con espíritu de progreso. Sin incentivos al esfuerzo. 

Esta mirada sobre la producción agrícola,  con distintos matices, ocurre también en el tambo , en la ganadería entrerriana y en las otras actividades del campo.

Debemos mejorar la posibilidad de que, quien produce y transforme , mejore su participación en la rentabilidad total del proceso.

Es posible,  depende de nosotros.

 

ING. OSCAR MONTERO

EX PRESIDENTE

BOLSA DE CEREALES DE ENTRE RIOS

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