Para Oscar Montero es fundamental continuar con el proceso de transformación de granos que se inició en la provincia. El objetivo de la Bolsa no es sólo la rentabilidad del sector sino lograr una mejor calidad de vida para los entrerrianos.
Para Oscar Montero, el presidente de la entidad, es fundamental continuar con el proceso de transformación de granos que se inició en la provincia. “Nuestro objetivo no es únicamente aumentar la producción sino transformarla, cuidando el medio ambiente”, remarca, al tiempo que propone “ir adaptando el marco regulatorio para preservar cada vez más los recursos naturales”. Sostiene que es necesario cambiar el sistema impositivo para favorecer el cultivo del maíz y el trigo, y reclama la liberación del comercio de granos.
Representar los intereses generales de la producción, comercialización e industrialización de los granos es, según señala su estatuto, uno de los objetivos fundacionales de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos, la entidad nacida el 16 de noviembre de 1979 y que hoy cumple 32 años.
Ese mandato, ciertamente, ha sido cumplido con creces, pero hoy –o, en rigor, desde hace ya varios años– el accionar de la Bolsa se ha abierto hacia toda la sociedad. Y este lineamiento, seguramente, se profundizará en el futuro porque a la entidad le importa el crecimiento de la producción agropecuaria de la provincia, sí, pero también y sobre todo, el factor humano que genera ese crecimiento, es decir, los productores, sus familias, los jóvenes, las comunidades y los pueblos del interior; en suma, todos los entrerrianos.
“Nuestro objetivo no es sólo la rentabilidad del sector agropecuario sino lograr una mejor calidad de vida para los entrerrianos todos”, dice Oscar Montero, el presidente de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos, pero admite que por “habernos relacionado fundamentalmente con la sociedad agropecuaria tenemos deberes pendientes con la sociedad en general para explicar por qué estamos haciendo lo que hacemos”.
Transformar la producción. “Hace 32 años que estamos en este camino. No se trata sólo de cuidar el medio ambiente o de tener, como tiene hoy la provincia, el mejor mapa de suelos del país, o de difundir las tecnologías para evitar la erosión hídrica –hoy tenemos el 15% de las pérdidas de suelo que teníamos hace 15 años–, sino de transformar la producción, de agregarle valor”, define el presidente de la institución.
La Bolsa de Cereales “se ha sumado a ese esfuerzo”, remarca Montero, para mostrarle a la sociedad que “nuestro objetivo no es únicamente aumentar la producción sino transformarla, cuidando el medio ambiente. Y debemos reconocer, en este sentido, que el gobernador Sergio Urribarri es un impulsor de esta idea, que Entre Ríos siga transformando la producción como lo viene haciendo desde varios años”.
Montero pone ejemplos y brinda números para argumentar lo que dice. Entre Ríos “es la provincia en la que el 45 % del producto bruto geográfico depende de la producción de granos y de su transformación, por ello es la primer provincia agroalimentaria del país
Y agrega más datos: “El sector producción y transformación de Entre Ríos aporta el 40,2% de los empleos directos, mientras que el 83% de las exportaciones entrerrianas depende de la producción de granos y su transformación”.
El medio ambiente. El cuidado del medio ambiente es una de las preocupaciones centrales de las sociedades modernas y los productores agropecuarios, no pocas veces, suelen ser blanco de durísimos cuestionamientos. Son acusados, las más de las veces por personas que poco conocen de las modernas tecnologías de producción, de contaminar el medio ambiente.
La Bolsa de Cereales de Entre Ríos lejos de escaparle al debate, lo estimula, lo alienta. Montero, sobre esta materia, se pregunta si los protagonistas de la producción agropecuaria “estamos haciendo los deberes ambientales cuando producimos granos”.
“Hay algunos indicadores que así lo certifican. Entre Ríos es la provincia que tiene sobre el total del área sembrada la mayor superficie de labranza cero. Esto significa, en datos concretos, que se redujo en un 85% la pérdida de suelo, pasando, por ejemplo en la rotación trigo-soja, de 11,8 tn/ha de pérdida a 1,40 tn/ha”, detalla.
“Tenemos uno de los mejores mapas de suelos del país y una política oficial que premia al productor que realiza prácticas conservacionistas”, agrega, y recuerda que “desde 1980 contamos con una ley de plaguicidas reglamentada desde 2002 que regula la aplicación de agroquímicos” en el ámbito provincial. Y aporta un dato clave: “Hoy usamos insecticidas que tienen una toxicidad 2000 veces inferior a la de hace 15 años”.
Montero reconoce que “falta mucho por hacer” en materia ambiental, pero remarca que el tema “nos preocupa y nos ocupa en forma permanente, y merece una discusión seria y fundamentada con la participación de toda la sociedad”.
“Debemos aclarar que los pollos no nacen en la heladera listos para consumir y que la leche no se obtiene de una síntesis química; todos los procesos de producción y transformación interactúan con la naturaleza”, por lo que es necesario “ir adaptando su marco regulatorio para preservar cada vez más los recursos naturales”.
El consumo de petróleo, el uso de los plásticos y la basura, subraya, “hacen mucho más daño al medio ambiente que una agricultura conservacionista; sin embargo, vemos con preocupación que en nuestra sociedad hay algunos grupos ecologistas muy radicalizados que enfocan sus críticas mucho más a la producción que aquellos problemas que realmente hacen más daño al medio ambiente. Por eso es necesario discutir este tema con gran amplitud de criterio”, enfatiza.
La población. Es importante destacar, en otro orden, que Entre Ríos todavía tiene más de un 20% de su población distribuida en pueblos y aldeas, dispersa en el ámbito provincial. Por eso razón también la Bolsa de Cereales cree que hay que seguir y continuar incrementando las políticas de transformación de los granos.
“La cadena del cerdo es una gran oportunidad para que dentro de algún tiempo tengamos otra cadena tan prestigiosa en transformar granos en carne como lo es hoy la avícola en Entre Ríos”, sugiere Montero, para quien “esto significa agregado de valor y, además, una política de ocupación territorial. Una buena transformación de los productos posibilita fortalecer las aldeas existentes y también fundar nuevas aldeas para tener mejor distribución poblacional en la provincia. Esto es importantísimo que se entienda políticamente porque es una herramienta muy valiosa”.
El factor humano. Para la Bolsa de Cereales de Entre Ríos, el factor humano es central. Oscar Montero, su presidente, señaló en este sentido que “debemos evitar, y esto es fundamental como criterio, que en aras de la eficiencia nos lleven puesto el factor humano de la producción”, al tiempo que instó a instrumentar políticas para “corregir las cifras que indican que en los últimos 20 años en Entre Ríos aumentamos un 300% la producción pero disminuyeron un 37% los productores”.
Los productores que desaparecen son pequeños y medianos, y, por lo tanto, “en nuestros pueblos se pierden representantes económicos, prestadores de servicios, pequeños y medianos actores” mientras se mantiene “una concentración que es nociva para el sector y para la sociedad”.
Esta pérdida de productores, según Montero, “es responsabilidad de todos. Creo, de todos modos, que con este tipo de producción y transformación vamos a mejorar la calidad de vida de los entrerrianos. Y desde la Bolsa creemos que es importante buscar la solución y no los culpables. Es el momento para hacerlo”.
Volver a las 500.000 hectáreas de maíz. Hace un tiempo la Bolsa de Cereales de Entre Ríos realizó en su sede de calle San Martín, en Paraná, una jornada sobre maíz, un cultivo clave en cualquier rotación agrícola y fundamental para la provincia porque aquí ese grano se transforma en carne.
“Cuando hicimos la jornada sobre maíz para incentivar el desarrollo de esa cadena, pusimos como objetivo que la provincia tenía que volver a sembrar 500.000 hectáreas de maíz, superficie que alguna vez se hizo”, recordó Oscar Montero, el presidente de la Bolsa.
Hacer maíz, razonó, significa que “la economía del productor es distinta y la de la provincia también. ¿Por qué? Porque cuando se hace soja, luego de la cosecha, esa soja se va de la provincia, dado que es poquísimo lo que se transforma en Entre Ríos. Lo que deja en la provincia es sólo el valor del producto”.
Con el maíz, en cambio, pasa todo lo contrario. Entre Ríos tiene un consumo interno de maíz muy importante que supera ampliamente lo que se produce en nuestra comarca; ese déficit es cubierto con maíz “importado” de otras provincias
“Una de las políticas de largo plazo que tenemos que discutir, entonces, es cómo hacemos para que Entre Ríos produzca el maíz que va a consumir, lo almacene y lo transforme en el momento que lo precise”, propuso Montero.
Aumentar la superficie de maíz y también la de sorgo, por otro lado, equilibraría la superficie de siembra y aportaría a una mejor rotación de cultivos, indispensable para la conservación del recurso suelo.
Ahora bien, el productor hace soja porque la rentabilidad de la soja, desde hace varios años, le garantiza, por lo menos, cierta rentabilidad. Por lo tanto, “la expansión de la soja no es sólo una decisión del productor. Hay una política a nivel nacional que tiene un sistema impositivo que favorece a un cultivo más que a otro. Si mañana bajamos 10 puntos las retenciones al maíz y al trigo, estoy seguro de que la ecuación cambia, segurísimo”, recalcó.
“Eso es fundamental como es fundamental liberar el comercio del trigo y el maíz. Si volvemos a los sistemas comerciales que teníamos hasta 2006, las superficies de maíz y trigo aumentarían significativamente y la de soja disminuiría”, vaticinó.