La restricción a los permisos de las exportaciones en trigo y maíz surgen como razón para preservar la mesa de los argentinos. Desde entonces el pan aumentó varias veces, lo mismo que otros productos derivados tanto del trigo como del maíz. Existieron, al mismo tiempo, remanentes importantes de stocks de cosechas anteriores.
Mientras esto ocurría se afectaba seriamente la rentabilidad de nuestros productores, sobre todo medianos y pequeños, transfiriéndose la misma en forma exagerada a otros eslabones de la cadena de transformación y comercialización. Para amortiguar este efecto se crea un entramado sistema de subsidios que llegan mal o no llegan, facilitando el clientelismo y la discrecionalidad de algunos funcionarios, salpicando incluso a alguna dirigencia del sector. Lejos estamos así de cuidar al mediano y pequeño productor y la mesa de los argentinos. Este sistema no funcionó, porque, además, se vieron afectadas las superficies de siembra de trigo y maíz por falta de rentabilidad. A nuestro criterio las medidas que se deben impulsar, en el corto plazo, son las siguientes: a- Eliminación de restricciones a la exportación. Lo que permitiría el libre juego de oferta y demanda sin que por esto corra peligro el abastecimiento interno. De esta forma llegaría a nuestro productor el mejor precio posible superando incluso en algunos casos el valor internacional. Esto no ocurre cuando los compradores tienen los stocks asegurados. b- Eliminación de las retenciones en trigo, maíz, girasol y sorgo, lo que influiría poco en la recaudación fiscal (bastante menos que el costo de los subsidios) y mucho en la rentabilidad de nuestros productores. Este es el principal objetivo para diversificar los cultivos, favorecer la rotación, evitarla concentración y preservar nuestro sistema productivo. Al mismo tiempo deberíamos tener una disminución paulatina en las retenciones a la soja. Para el mediano plazo, en tanto, las medidas deben ser las siguientes: a- Generar instrumentos crediticios e impositivos que permitan alcanzar herramientas que den mayor competitividad a los eslabones más bajos de la cadena productiva. No alcanza con saber cuánto producimos sino cuántos y cómo. b- Completar definitivamente las medidas que permitan la transformación y agregado de valor a nuestra materia prima en su lugar de origen, generando inversión y trabajo en dichas zonas. c- Acelerar la instrumentación de todos los medios necesarios para encarar una profunda reforma tributaria preservando los intereses de nuestra cadena productiva en beneficio de toda la población. No sirve sólo la eliminación de las retenciones si no se libera al mismo tiempo el comercio. Si esto no ocurre el resultado final puede ser peor para nuestros productores. Debemos trabajar por una justa distribución de la riqueza, evitando posiciones dominantes que perjudiquen a un sistema productivo sustentable, cuidando la rentabilidad de los distintos eslabones y la calidad de vida de nuestra población.
(*) Presidente de la Bolsa de Cereales de Entre Ríos